
Volvemos a la saga Ab Roma Infera para centrarnos en la figura del diablo, de los demonios y del resto de seres infernales que pueblan en mundo de la Antigüedad Tardía.
De los espíritus y de los seres del mundo intermedio propios del mundo pagano, pasamos a la concepción que el cristianismo tiene de estas entidades, que enseguida asimila a los diablos.
El universo de lo diabólico durante los primeros siglos del cristianismo es una especie de cajón desastre en donde, junto a estas entidades (lémures, fantasmas y otros) propias del culto greco latino, acaban entrando todas las religiones previas y todos sus dioses. Y por si esto no fuera suficiente, el cristianismo trae su propio catálogo de demonios y seres infernales heredados de las tradiciones semíticas, egipcias y mesopotámicas.
Y todo este proceso lo enmarcamos en el momento de crisis de valores por excelencia dentro del imperio romano, que es el siglo III. Un periodo difícil en el que, frente a la necesidad de protección del individuo, se abren paso cultos mistéricos y religiones salvíficas y a la vez se abre paso la magia de toda la vida (el viejo atajo que supone un pacto con las fuerzas del inframundo).
Credos mistéricos, religiones salvíficas, magia y sortilegios…todo confluye a la hora de forjar la rica demonología de la Roma cristiana de la Antigüedad Tardía.
De los trabajos desinteresadamente realizados más perfectos que he escuchado. No hay como agradecer tremenda campaña de divulgación. Un saludo desde Uruguay.
Muchísimas gracias Sebastián. Me alegro de que te guste. Un saludo